Se que es larga,pero ojala la lean,yo no creo mucho en estos relatos..
No
sé si este relato realmente pasó, pero en México
es muy sonada esta historia:
Siendo una
noche como todas, pero en especial, ésta era una noche un poco más
fría, más obscura, cerca de la 1 de la madrugada, un taxista
regresaba a su casa después de todo un día de arduo trabajo,
en la calle ya no había ni alma de gente, pero al pasar frente
al cementerio general de la ciudad se percató que una chica le hacía
la parada, éste
se siguió pensando que ya estaba muy cansado y que era muy tarde
para hacer otra dejada.
Sin embargo
reflexionó y pensando en su sobrina de 17 años que fué
violada y asesinada 3 años atrás, dijo, "pobre chica,
no la puedo dejar ahí expuesta a no se qué miserable".
Retrocedió
su taxi y llegó hasta ella, tenía aproximadamente entre 18
- 19 años. Al contemplar su rostro, el taxista sintió un
frío intenso y cierto sobresalto, al que no le dió importancia,
pues la niña era dueña de un rostro angelical, inspiraba
pureza, de piel blanca, muy blanca, cabello sumamente largo, era delgada,
facciones finas, con unos ojos grandes, azules, pero infinitamente tristes,
tenía un vestido blanco, de encaje, y en su cuello colgaba un relicario
bellísimo de oro, que se veía de época.
El taxista
acongojado le preguntó adónde la dejaba, y le dijo que quería
que
la llevara a visitar 7 iglesias de la ciudad,
las que él quisiera, su voz era suave, muy triste, pero dejaba notar
un timbre muy extraño, que le dejó una sensación de
miedo y misterio.
Para no hacerla
larga, el taxista la llevó a cada una de las siete iglesias sin
replicar, en cada una pasaba cerca de 3 minutos y salía con una
expresión de serenidad, de tranquilidad, pero sin abandonar de sus
ojos esa mirada de infinita tristeza.
Al final del
paseo, ella le pidió un favor. "Discúlpeme si he abusado
mucho de su bondad, mi nombre es Alicia, no tengo dinero para pagarle ahora,
sin embargo le dejaré éste relicario, y podría hacerme
un último favor? Vaya a la colonia Jazmines ahí vive
mi padre, entréguele mi relicario y pídale que le pague su
servicio, ah, y dígale que lo quiero y que no se olvide de mí.
Déjeme donde me recogió por favor."
El taxista
se sintió como en un trance, en donde actuaba automáticamente
a la petición de la chica, y la dejó ahí, frente al
cementerio. El hombre se fue a su casa, se sentía mareado, le dolía
intensamente la cabeza, y su cuerpo le ardía por la fiebre que empezaba
a tener, su esposa lo atendió de ese repentino mal, duró
así casi 3 días.
Cuando al fín
pudo reaccionar y se sintió mejor, recordó su última
noche en el taxi, recordó a la niña angelical de las iglesias,
y recordó su última petición, que le hizo sentir un
escalofrío intenso que hizo que se simbrara de pies a cabeza, aunque
él no comprendía nada, pensó "que raro fue todo,
seguro se fue de su casa, o tiene problemas, pero, ¿por qué
en el cementerio? ¿quién era?, ¡¡El relicario!!",
sí ahí estaba, sobre su mesita de cama, el relicario de Alicia,
que ahora tenía restos de tierra.
Se paró
como un resorte, tomó su taxi y fue a la dirección que le
diera la chica, pero no con la intención de cobrar, sino de descubrir,
conocer, aclarar la verdad detrás de ese misterio que le inquietaba,
que le estremecía, que no quería ni pensar.
Tocó,
era una casa grande, estilo colonial, vieja, entonces abrió un hombre,
de edad avanzada, alto, de aspecto extranjero, con unos ojos, si los ojos
de Alicia, así de tristes. El taxista le dijo "Disculpe señor,
vengo de parte de su hija Alicia, ella solicitó mis servicios, me
pidió que la llevara a visitar siete iglesias, así lo hice
y me dejó su relicario como penda para que usted me pagara".
El hombre al ver la joya rompió en llanto incontrolable, hizo pasar
al taxista y le mostró un retrato, el de Alicia, idéntica
a la de hace 3 noches.
¿Es
ella mi Alicia?, le dijo el hombre, "Sí ella, con ese mismo
vestido".
"No puede
ser, hace tres noches cumplió 7 años de muerta, murió
en un accidente automovilístico, y este relicario que le dió
fue enterrado con ella, y ese mismo vestido, su favorito... hija, perdón,
debí hacerte una misa, debí haberme acordado de tí,
debí...."
El hombre lloró
como un niño, lloró y lloró, el taxista estaba pálido,
pasmado de la impresión,"había convivido con una muerta"
eso lo explicaba todo.
Volviendo de
su estupor, le dijo al padre de Alicia, "señor, yo la ví,
yo hablé y conviví con ella, me dijo que lo amaba, que lo
amaba mucho, y que no se volviera a olvidar de ella, creo que eso le dolió
mucho".
Se dice que
el padre de Alicia recompensó al taxista, le regaló toda
una flotilla de taxis para que iniciara un negocio, todo en agradecimiento
por haber ayudado a su niña adorada a visitar las iglesias en su
aniversario fúnebre.